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Eternamente Prohibido
Andariel Morrigan
Prólogo
« En el principio de los tiempos, Adán y Eva fueron expulsados del Paraíso.
Tuvieron que aprender a sobrevivir por sí mismos.
Vivieron por muchos años, engendraron muchos vástagos. Pero lo que no dice la Biblia es que antes de Eva, Adán tuvo dos esposas.
Lilit, la mas conocida, fue ella misma quien se fue del Edén por su propio pie y Naamah quien mucho tiempo después sedujo a Semyazza líder de los Grigori o Los Vigilantes.
Es aquí donde comienza muestra historia»
Ver la caída de los Grigori no era una alegría para Sariel. No podía creer que esos ángeles pudieran traicionar a dios para fornicar con mujeres, las hijas de Adán y Eva.
Lorael estaba a su lado, pendiente del Diluvio que había causado la muerte de los hijos de los caídos y la desaparición de estos mismos.
Los siete lideres quedaron suspendidos entre el cielo y la tierra, en forma de constelaciones, iban a quedarse allí por milenios, castigados por pecar.
Lorael había seguido desde muy de cerca a los Grigori, suplicado a Semyazza y a Azazel a que no sucumbieran ante las mujeres; pero todo fue en vano, no pudo hacer nada más que esperar a que el tiempo en la tierra pasara, guardando su amor en secreto, esperando el momento a poder ir él mismo a la tierra a reunirse con Semyazza, escondidos de los ojos angelicales, reduciendo su poder espiritual al de un humano y disfrutando al lado de su amor.
Pero para que todo saliera bien, tenia que ser paciente y observador, tenia tiempo de sobra para que su plan funcionara.
Capitulo 1.
Lorael se encontraba dando un paseo en lo que quedaba del Jardín del Edén, observando desde allí la tierra, la cual había evolucionado desde que pasó el diluvio.
Millones de años pasaron ya.
Era de noche cuando miro hacia el cielo estrellado y vio lo que esperaba desde hacía mucho tiempo; la constelación de Orión cayendo a la tierra. Sonrió ante lo que significaba aquello, Semyazza estaba de regreso y él iba a ir a buscarle.
Se acercó al borde del jardín y miró hacia abajo, buscando el lugar exacto al que dirigirse. Miró por última vez al cielo y se dejó caer esperando aterrizar lo más cerca posible de Semyazza.
Ocultó y protegió su cuerpo con las enormes alas plateadas, deseaba que aquello saliera bien, que los dejaran disfrutar al menos por un tiempo.
Dejarse caer fue fácil, lo difícil era el aterrizaje, no sufría por los daños de las alas, pues podían regenerarse. Temía caer lejos o despertar tarde y que él ya no estuviera allí, incluso tenia miedo de que no le reconociera o simplemente le rechazara.
El impacto fue tan fuerte que hizo un cráter en la tierra, sus alas quedaron abiertas y magulladas. Tardó unos minutos en despertarse por el impacto, quedó sentado en la tierra y tuvo que guardar sus alas con algo de dificultad.
Cuando terminó de recuperarse se puso en pie y comenzó a correr hacia la dirección que recordaba cuando vio el medio aterrizaje del Grigori.
«Vamos, despierta, se acerca un ángel. Saben que has caído y vienen a buscarte. Despierta maldito, despierta» Su cabeza trabajaba sin parar pero su cuerpo no reaccionaba a las ordenes mentales, eso le estaba frustrando sobremanera. Le dolía el cuerpo demasiado, estaba convencido de que aquel ángel llegaría antes de que pudiera mover siquiera un dedo del pie.
Por alguna razón le resultaba familiar su esencia que parecía que iba disminuyendo mientras se acercaba a donde se encontraba él. Lo que no sabia era que sólo les separaban unos metros.
- Oh, no... - susurró Lorael al ver tal agujero que había formado la caída del cuerpo del ángel.
Fue acercándose al centro para ver mejor como se encontraba y las posibles heridas que tendría que curar, no podía usar magia así que tendría que buscar un lugar donde poder curarle.
No te preocupes... Yo cuidare de ti - sonrió levemente al ver que al menos tenia los ojos abiertos.
Se agachó cerca de él y apartó los mechones de cabello de su rostro, por suerte para Lorael, Semyazza había caído boca arriba. Se movió a su lado de rodillas examinando minuciosamente su cuerpo en busca de heridas graves, pero suspiró aliviado de sólo encontrar rasguños.
- Encontraremos un lugar para esconderte, arriba no saben que has caído. Al menos de momento. - sonrió volviendo a mirar su rostro y se puso a buscar algún golpe en la cabeza, aunque tendría que haberlo mirado desde un principio.
Capitulo 2.
Lorael se sentó al lado del camastro donde había dejado a Semyazza. Por suerte para los dos habían encontrado una cabaña entre todo el bosque. Había estado observando los avances del cuerpo de él, sus heridas estaban sanando bien y podía hablar, ahora sólo quedaba cambiar su cuerpo al de una mujer humana.
Semyazza aun no podía creer que después de que rechazara hacer a lo que dijo Lorael sobre no ir con las mujeres humanas, el ángel acudiera a su ayuda y estuviera cuidando de sus heridas. Recordaba poco haber coincidido mucho cuando los dos estaban en el cielo, lo que recordaba eran sus ojos negros esa mirada que a veces le daba cuando se encontraban de casualidad.
Ahora la seguía viendo; preocupación, tristeza, miedo y amor. Dejó de mirarle para mirar ahora hacia el techo de madera y poco después cerró los ojos.
Estaba confundido, no entendía porque se ponía en peligro por él, se extrañaba que aún después de toda la noche, nadie había ido a buscarles.
Notó un destello de luz fuerte pese a tener los ojos cerrados y cuando los abrió vio que Lorael había cambiado de apariencia al de una mujer por lo que frunció el ceño con mas confusión que antes.
+ ¿Porque has cambiado de apariencia? + preguntó quedando ligeramente sentado mirando fijamente el cuerpo de mujer que había escogido, no sabia cual de los dos le gustaba mas, pero si tuvo claro que lo hizo para que no le reconocieran y pensaran que era una simple humana porque su esencia había disminuido hasta quedar en una humana. + No hace falta que te preocupes por mi tanto, te hice daño en el pasado y no me merezco que seas tan compasivo conmigo. + vio como alzaba las cejas en su dirección y negaba con la cabeza.
- ¿Crees que me gustó que no me hicieras ni caso? La verdad es que merecías lo que te pasó. - cruzó los brazos y volvió a sentarse a su lado - Me parece curioso que te dejaras caer aquí abajo de esa manera. -dejó escapar media risa, su voz era suave como la de una mujer y seguían hablando el idioma de los ángeles aunque podrían usar el de los humanos pero no lo necesitaban.
+ Y puedo saber ¿porque estás interesado en mi? Te estas poniendo en peligro por intentar protegerme. + Semyazza vio que encogía los hombros con un gesto despreocupado, cosa que lo confundió mas.
- Compasión angelical... Estupidez... Atracción - sonrió levemente y miro hacia la ventana donde comenzaba a hacerse de mañana. - Tendrías que observar mas tu alrededor. Te sorprenderás. - se levantó y miro por la ventana -Iré a explorar por el bosque a ver que es lo que hay a nuestro alrededor.
Caminó hacia la puerta, la abrió un poco y miro hacia afuera dispuesto a salir como había dicho.
+ Espera, quédate y sigue hablando, podrías distraerme mas. + terminó por quedar sentado y luego se levantó acercándose a ella. + Por favor + susurró abrazando su cuerpo por la cintura.
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